martes, 3 de junio de 2025

Desórdenes alimenticios, otra mirada


 Los desórdenes alimenticios parecen despertarse, incluso hacerse visibles en la adolescencia, sobre todo en las chicas, no genera ninguna pregunta ni malestar en sí mismo, por el contrario, dejar de comer parece venir a un lugar de respuesta o solución en tanto algo se alivia. Uno podría decir que existe un imperativo social que asocia la belleza a la delgadez, eso es indiscutible, sin embargo, no creo que ese sea el origen. Son más complejas las coordenadas que constituyen tal desorden.

Ellas no lo dan a ver, más bien, suelen ser expertas en ocultarlo, las amigas más cercanas son quienes pueden detectarlo en primer lugar, muchas veces no se atreven a decir nada como prueba fehaciente de amistad, el colegio también puede sospechar, en algunas ocasiones lo aborda con la familia, en este circuito pronto la familia no queda afuera, pero en ese mismo instante de saber surge la pregunta sobre qué hacer.

¿Quién atiende este tipo desórdenes?, hay familias que intentan solucionarlo por ellas mismas, otras  consultan con algún profesional, muchas veces emprenden un tour de profesional en profesional, algunos más que otros se atribuyen un saber hacer con los desórdenes alimenticios, mientras a la adolescente se la llene de terapias, no quedará espacio en ellas para querer comer.

Pensar un desorden alimenticio como un inconveniente de comer en exceso o dejar de comer, diría que es verlo en una dimensión muy reducida, propongo abrir algunas preguntas, por ejemplo, ¿será casualidad que aparezcan en la adolescencia? Justamente cuando en ellas acontece un cambio tan significativo como pasar de ser niña a ser mujer, ¿tal vez tenga que ver con arreglárselas con la mirada del Otro?

Dejar de comer o hacerlo en exceso es una forma de avisar que algo no anda bien, en su subjetividad,  si se aborda desde un punto de vista orgánico, donde únicamente se despliega sobre alimentos sanos, dietas rigurosas, horarios impuestos para consumir alimentos, heladeras resguardadas y cámaras vigilantes, se dejará de lado algo fundamental que es incluir al sujeto vulnerable que vive en ella, que  pueda nombrar en singular el malestar que la habita.

Conducir una cura, orientada en el psicoanálisis lacaniano, permite ver y cernir una dimensión del objeto oral en juego, es decir,  además de la boca, también hacerle un lugar a la voz. 

Alejandra Quintero

 

 

 

 


 

lunes, 26 de mayo de 2025

La palabra, una brújula

 




Muchas veces es a través del colegio como se suele hacerse visible algún síntoma infantil o juvenil, ellos pasan muchas horas en el colegio y los docentes se vuelven mas que eso, pueden detectar desde cuestiones físicas hasta emocionales, cuando un niño es corto de vista, cuando hay problemas de lenguaje, cuando su aprendizaje no entra en el ritmo esperado para su edad, o su conducta no encaja en ciertos patrones, por nombrar algunas.

El protocolo parece ser solicitar una evaluación integral, algunas familias encuentran cierto norte en la búsqueda, logran dar con alguna solución que aloja y atiende su solicitud, sin embargo, la brújula parece perderse para otros que entran en un circuito de búsqueda sin encontrar respuestas acertadas.

Me pregunto qué destino para esas familias que emprenden un largo camino sin lograr dar en el blanco sobre lo que acontece a su hijo o hija en el cuerpo o en las emociones, y frente a la falta de respuestas, se coloque la solución en el organismo, desconociendo las emociones o la angustia que habita a ese niño y posiblemente también a sus padres, y que finalmente se haga pasar la solución por un comprimido “milagroso”.

No estoy en contra de las medicinas, pero si del uso que suele hacerse de ellas como única y salvadora respuesta, cuando no se ha logrado dar con la verdadera causa del malestar. Muchos niños y jóvenes terminan medicados cuando en verdad no lo necesitan, ¿y si el medicamento no atendiera la raíz del problema y solo su semblante?

En consulta se atienden este tipo de demandas, llegan familias después de un largo camino recorrido, intentando atender el malestar, incluso cuando ha recibido alguna solución siguen sintiendo que ella no aloja del todo el impase. Cada familia sigue su intuición porque no hay un camino preestablecido a seguir, si me permiten alguna invitación sería que se aloje el malestar o el sufrimiento singular que habita al sujeto niño o joven haciéndole lugar a su palabra, esa podría ser una brújula. 

 

 

 

 

 

 

 

 



viernes, 16 de mayo de 2025

Sumar tiempo no es sumar amor

 


¿Es posible conservar el amor después de muchos años? Arranco con una pregunta, sabiendo que cuando se formula una pregunta es porque ya se tiene alguna noción de la respuesta. Sumar tiempo no es sumar amor, estoy de acuerdo con los Enanitos Verdes. Que una relación dure muchos años no significa necesariamente que se sostiene en el amor.

Se podría poner en cuestión que es al amor, estaremos de acuerdo en que el amor no es el enamoramiento, es decir una fascinación por una persona especial que propició el comienzo de un lazo, que luego se convirtió en una relación que se sostuvo en el tiempo después de largos años, ¿se puede decir que sigue siendo amor por el solo hecho de permanecer?

Un vínculo de pareja no es fácil de sostener así haya mucho amor, además puede haber un sinfín de razones que te unen a alguien, y que no tenga nada que ver con el amor, el temor a la soledad o imposibilidad de enfrentarte con lo que se lee como un fracaso, o que esa persona sostiene algo en ti que por ti misma no sostendrías, en fin… supongo que las razones para seguir con alguien en una relación pueden ser tantas como parejas existan.

No creo que el amor sea simplemente un sentimiento divino y que algunas parejas han sido tocadas por una varita mágica, pienso que amarse es una firme decisión, una apuesta sin garantía, una construcción con un partenaire cuyos cimientos son sintomáticos.

El amor vela el desencuentro estructural entre los lazos de los seres hablantes, significa que no es que estemos hechos el uno para el otro, siempre queda una ranura que no permite el ensamble perfecto, y la decisión de arreglárselas con eso todos los días, es de a dos, juro que vale la pena cuando un abrazo apretado e interminable promete que juntos todo se puede.

Alejandra Quintero

 

 

 

 

 

 


lunes, 12 de mayo de 2025

Atravesar un duelo, ¿acaso habrá fórmulas mágicas?

 


Un duelo es un tiempo para elaborar una pérdida,  podríamos decir un tiempo lógico, porque si dijéramos cronológico habría que  establecer un tiempo ideal para dejar ir, lo cual implicaría un estándar y al mismo tiempo desconocer que los tiempos personales son singulares, dependen del valor que se le haya atribuido al objeto perdido, que puede ser una separación de una pareja, la muerte de un ser querido, la pérdida de un trabajo.

Tomarse un tiempo para hacer un duelo es importante, es atravesar por el dolor que causa una pérdida en la vida de alguien, si uno hace de cuenta que eso no existió, o piensa que la fortaleza es suficiente para sobreponerse, o hace equivaler el duelo a la debilidad, o sea por la razón que sea alguien no se permite atravesarlo, retorna en las emociones, algo queda abierto, ¿Por qué será que a veces nos cuesta tanto escucharnos?

O quizá la contraparte, no poder salir de un duelo, no retomar actividades de rutina, postergar pendientes, dejar la alegría colgada es algún estante,  si alguien se queda anclado en un duelo sin fin, no logra salir de allí, sería importante que pueda ubicar las razones; tanto de no haberse dado ese tiempo como de no soltarlo.

La culpa suele ser una razón poderosa  para quedar anclados en un duelo, pero no la única, aparece cuando alguien se coloca en el lugar de la causa de una pérdida, en consecuencia puede resolver que “no merece un tiempo de tristeza” castigándose así misma continuando como si nada hubiese pasado, o “eternizándolo” es decir usarlo como excusa para no retomar la vida.

Atender las emociones es tan importante como atender las descompensaciones del cuerpo, a veces se suelen colocar en el cuerpo los malestares emocionales para hacerles un lugar.  

Alejandra Quintero

 


lunes, 5 de mayo de 2025

¿Tenemos que hacer terapia?



De entrada, puedo decir que suelo escuchar esta pregunta con frecuencia, como si se tratara de un pasaje obligatorio en la vida de alguien o su contraparte no hacerse ninguna pregunta, “tener” “tenemos” "tendría"  ¿No remite más bien a un imperativo? que venga del otro o de las exigencias propias tal vez no sea una verdadera diferencia.

No lo colocaría del lado de un “deber” de hecho cada quien puede arreglárselas o hacer uso de los recursos que disponga para encontrar un saber hacer con los impases o lo mortificante que lo habite; ¡propuestas en el mercado sobran!

Hay algo que es universal, que es para todos los seres hablantes y es que estamos marcados por el lenguaje que nos preexiste, por la lengua en la que fuimos bañados incluso antes de existir, antes de que un ser llegue a la vida ya carga con una lista de expectativas, de deseo que se coloca sobre él, de preguntas. Marcas que tienen valor de trauma, sobre el cual hemos montado la ficción con la que leemos la vida. Nadie puede escapar al trauma, pero hacer de esa marca traumática un destino o no, es la decisión de cada uno.

El psicoanálisis de la orientación lacaniana ofrece una opción más, dentro de la variadísima paleta de alternativas, como tratamiento a esas marcas del orden del trauma, puedo decir a su favor que es una opción ética y absolutamente singular, un psicoanálisis no es "Prêt-à-porter" (listo para llevar) más bien es al modo de un sastre, es decir a la medida de cada quien.   

Alejandra Quintero







sábado, 26 de abril de 2025

¿Generosidad o ética del papa Francisco?

 


A propósito del fallecimiento del papa Francisco y los ecos que deja seguramente para el mundo entero, pero para cada uno en singular, quiero extraer lo que puedo hacer legible de su paso por el papado, no es lo religioso sino la audacia con la que supo desmarcarse de los mandatos religiosos tradicionales, convenidos, obsoletos e incluso muertos, para revivir la iglesia con un aire fresco y reivindicar la juventud despegándola de la edad cronológica, se fue con 88 años, pero era un alma joven. ¿Será el deseo vivo lo que mantiene a alguien joven a pesar de los años?

Me pregunto si alguna vez habrá realizado un psicoanálisis de la orientación lacaniana, escucho en su enunciación una paridad entre la radicalidad de la política del psicoanálisis y los cambios profundos donde hace equivaler sus dichos a sus acciones, es el cargo eclesiástico más alto, sin embargo, en él veo la humildad de un cura de pueblo, supo despegar la jerarquía asociada al cargo a tender la mano de quien lo necesite.

Las noticias muestran el adiós conmovedor del mundo hacia su santidad, las plataformas hacen eco de las noticias dejando algunos recuerdos memorables sobre sus dichos y cambios que introdujo en lo profundo de la iglesia, él decía a los jóvenes “hagan lio” no se refería a hacer macanas cuya consecuencia era algún tirón de orejas en la infancia, se refería a un lio que propicie el movimiento, instaurando una versión mas viva de la iglesia. 

Introduce una diferencia radical entre ser pecador y ser pervertido, para dejar de hacer equivaler el abuso hacia niños y jóvenes con el pecado y colocarlo del lado del delito, una maniobra que dio lugar a un tratamiento de las consecuencias de seres siniestros amparados por una iglesia corrupta que se coludía con el horror de manera solapada y cómplice, mientras por otro lado se rasgaba las vestiduras excluyendo de la comunión a homosexuales, divorciados etc. quienes encuentran en Dios y en la religión un alivio posible al dolor existencial.

El papa Francisco, llamado el papa del pueblo, se negó a ser parte de una iglesia excluyente, sentando las bases de una iglesia mas amplia que llegue a los confines del universo, tal vez por ser un papa latinoamericano. Francisco introduce una ética, la ética de la dignidad para todos a los ojos de la iglesia, que la proclamación y la acción vayan por un sendero menos apartado.

Una iglesia menos moralista, menos muerta para pasar a una iglesia más viva, más humana.

Alejandra Quintero