Un duelo es un tiempo para elaborar una pérdida, podríamos decir un tiempo lógico, porque si dijéramos cronológico habría que establecer un tiempo ideal para dejar ir, lo cual implicaría un estándar y al mismo tiempo desconocer que los tiempos personales son singulares, dependen del valor que se le haya atribuido al objeto perdido, que puede ser una separación de una pareja, la muerte de un ser querido, la pérdida de un trabajo.
Tomarse un tiempo para hacer un duelo es importante, es atravesar por el dolor que causa una pérdida en la vida de alguien, si uno hace de cuenta que eso no existió, o piensa que la fortaleza es suficiente para sobreponerse, o hace equivaler el duelo a la debilidad, o sea por la razón que sea alguien no se permite atravesarlo, retorna en las emociones, algo queda abierto, ¿Por qué será que a veces nos cuesta tanto escucharnos?
O quizá la contraparte, no poder
salir de un duelo, no retomar actividades de rutina, postergar pendientes, dejar la alegría colgada es algún estante, si alguien se queda anclado en
un duelo sin fin, no logra salir de allí, sería importante que pueda ubicar las
razones; tanto de no haberse dado ese tiempo como de no soltarlo.
La culpa suele ser una razón
poderosa para quedar anclados en un duelo, pero no la única, aparece cuando alguien se coloca en el lugar de la causa de una
pérdida, en consecuencia puede resolver que “no merece un tiempo de tristeza” castigándose así
misma continuando como si nada hubiese pasado, o “eternizándolo” es decir usarlo como
excusa para no retomar la vida.
Atender las emociones es tan importante
como atender las descompensaciones del cuerpo, a veces se suelen colocar en
el cuerpo los malestares emocionales para hacerles un lugar.
Alejandra Quintero
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