lunes, 27 de junio de 2022

Al infinito y más allá

 Buzz un personaje tan entrañable, tan querido y recordado de la infancia de mi hijo, hasta hace poco tiempo el juguete permanecía encajado, era difícil soltarlo, pero ya se fue, para que otro niño/a lo disfrute!


No sé si la película fue buena o no, yo, fui a ver a Buzz, y del beso que tanto ha dado que hablar, ni me percaté. Pero no es de ninguna de esas dos cosas que quiero expresarme.


A mí me gusta la determinación y seguridad que muestra su personaje desde “Toy Story”, su carisma, su sensibilidad, sus valores, un personaje/juguete digno de adquirir para cualquier niño/a.



A mí me llamó la atención, y me quedé pensando en el imperativo (de goce) que gobierna su vida, queda atrapado en un marco superyóico dónde no cabe en ninguna arista el error, es tan severo con él mismo, que no puede permitirse una sola equivocación, es más, toda la responsabilidad de ver por su equipo la carga sobre sí mismo, lo cual le impide trabajar en equipo, es otro personaje quien se lo enseña.


Está imposición “ser perfecto” que parece venir del Otro, en realidad viene de él mismo, de lo que supone que el Otro espera de él, ¡pero nada es gratis! el precio que paga por hacer existir un Buzz perfecto es perderse de vivir, los detalles son indispensables, los amigos/as, los afectos que nos tocan el corazón para hacernos vibrar de emociones cualquieras estas sean, peor aún, es no darse cuenta que transitas la vida sin vivirla.


¡Me sigue gustando ese personaje tan adorable!  ¡Que finalmente logró comprender que vivir es más que ser bueno o mejor dicho excelente en lo que sea que te desempeñes! ¡Vivir es una elección!