lunes, 30 de junio de 2025

Menopausia

 




No es un tema que sea muy abordado, pero me provoca decir algo sobre la menopausia, sé que  no puedo decir todo, desde la arista que me convoca el tema al menos intentaré abrir preguntas, uno podría en su imaginario creer ingenuamente que finalizar la vida fértil puede ser un alivio, pues desaparece aquella presencia mensual con la que convivimos desde la adolescencia, con la que renegamos tantas veces, sin embargo cuando comienza a aparecer de manera intermitente hasta poco a poco desaparecer, en lugar de satisfacción uno se descubre sintiendo cierta nostalgia, no solo por aquella visita mensual, sino nostalgia por el cuerpo que nos comienza a ser ajeno, más ajeno que nunca, incluso aparecen preguntas por la mujer que nos habita, ahora sin fertilidad, que lugar hacerle a la mujer?

Como en todas las etapas de la vida, cada mujer atraviesa sus cambios de manera absolutamente singular, pero no podemos negar que hay cambios en nuestro cuerpo, en nuestras emociones. Nuestras rodillas, las articulaciones, se traban al caminar, mientras antes no teníamos noción de que existían algunos huesos, ahora tomamos nota de su existencia porque comienzan a sonar.

¿Es válido el vaivén de nuestras emociones?

Convivimos con un sinfín de emociones que creemos o nos persuaden a creer que debemos dominarlas con fuerza de voluntad, nosotras lo padecemos junto a los calores, a los olvidos, a los cambios de humor, ¿pero lo padecemos solas? me pregunto ¿Cómo se las arreglan nuestras parejas, nuestros hijos, nuestros amigos con nuestros cambios? Estamos tan concernidas en nuestro proceso que podemos olvidar que nuestro entorno, sobre todo el que nos ama, debe encontrar al igual que nosotras nuevas formas de arreglo con eso enigmático, como todos los cambios despeina.

Es un tiempo donde nos confrontamos con un nuevos aprendizajes, en este caso a lidiar con un cuerpo que deja de ser joven, que nos resulta extraño y a la vez sentirnos llenas de vida, sin afán de aconsejar, puedo decir que la fuerza de voluntad no juega ningún papel, no se trata de eso, sin embargo elegir hablar de lo que nos pasa con amigos, en análisis, en espacios seguros, puede alojar mejor lo enigmático, mientras se atraviesa esa tan poco nombrada etapa.

Alejandra Quintero

martes, 3 de junio de 2025

Desórdenes alimenticios, otra mirada


 Los desórdenes alimenticios parecen despertarse, incluso hacerse visibles en la adolescencia, sobre todo en las chicas, no genera ninguna pregunta ni malestar en sí mismo, por el contrario, dejar de comer parece venir a un lugar de respuesta o solución en tanto algo se alivia. Uno podría decir que existe un imperativo social que asocia la belleza a la delgadez, eso es indiscutible, sin embargo, no creo que ese sea el origen. Son más complejas las coordenadas que constituyen tal desorden.

Ellas no lo dan a ver, más bien, suelen ser expertas en ocultarlo, las amigas más cercanas son quienes pueden detectarlo en primer lugar, muchas veces no se atreven a decir nada como prueba fehaciente de amistad, el colegio también puede sospechar, en algunas ocasiones lo aborda con la familia, en este circuito pronto la familia no queda afuera, pero en ese mismo instante de saber surge la pregunta sobre qué hacer.

¿Quién atiende este tipo desórdenes?, hay familias que intentan solucionarlo por ellas mismas, otras  consultan con algún profesional, muchas veces emprenden un tour de profesional en profesional, algunos más que otros se atribuyen un saber hacer con los desórdenes alimenticios, mientras a la adolescente se la llene de terapias, no quedará espacio en ellas para querer comer.

Pensar un desorden alimenticio como un inconveniente de comer en exceso o dejar de comer, diría que es verlo en una dimensión muy reducida, propongo abrir algunas preguntas, por ejemplo, ¿será casualidad que aparezcan en la adolescencia? Justamente cuando en ellas acontece un cambio tan significativo como pasar de ser niña a ser mujer, ¿tal vez tenga que ver con arreglárselas con la mirada del Otro?

Dejar de comer o hacerlo en exceso es una forma de avisar que algo no anda bien, en su subjetividad,  si se aborda desde un punto de vista orgánico, donde únicamente se despliega sobre alimentos sanos, dietas rigurosas, horarios impuestos para consumir alimentos, heladeras resguardadas y cámaras vigilantes, se dejará de lado algo fundamental que es incluir al sujeto vulnerable que vive en ella, que  pueda nombrar en singular el malestar que la habita.

Conducir una cura, orientada en el psicoanálisis lacaniano, permite ver y cernir una dimensión del objeto oral en juego, es decir,  además de la boca, también hacerle un lugar a la voz. 

Alejandra Quintero