La muerte, que concepto tan abstracto, podemos
saber de ella, solo cuando sucede a condición de no revelarlo. Algo sabemos los
que perdimos a alguien que tenía valor en nuestros afectos! Saber de ella
con anticipación, es decir, tener la certeza de que no existe tratamiento
posible que le sostenga la vida, o su contraparte, que se marche de manera
intempestiva, imprevista, impensada, el resto es el mismo, no es menos
devastador, ni menos inconmensurable el dolor.
El saldo? es que puedes despedirlo, un pequeño o gran
tiempo para decir lo que sientes, coger su mano y declararle tu amor o tus
buenos deseos para su descanso eterno, darle un abrazo inolvidable, mientras
deja su olor tierno en tu recuerdo.
Despedir al ser querido ayuda a soltar su
partida y no quedarse atormentado con todo lo que hubieses dicho, atorado
en la garganta, retumbando en tus pensamientos sin encontrar salida!
Perder un ser querido devasta el alma, lo
sabe bien, quién ha atravesado esa experiencia.
Cuando ese ser querido es quien dio la vida,
esa, con la que tuviste tantos desacuerdos, desencuentros,
enseñanzas, abrazos entrañables, peleas duras, palabras
dulces. Esa conexión dual entre amor y estrago que solo se vive con
ella.
Cómo dejarla ir si no la despediste?
Escribir en su nombre va curando.
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